jueves, 24 de octubre de 2013

Entrevista a Sergio Langer: “Dibujo para mí mismo, porque soy un hedonista” (Primera Parte)


El gran humorista argentino Sergio Langer, caracterizado por su estilo incorrecto, satírico y mordaz, visitó Lima hace algunos meses, invitado al “I Festival Internacional del Dibujo, la historieta y la Ilustración: Ciudad de Lima". Nos concedió una generosa entrevista bastante extensa, donde pudimos repasar los hitos más importantes de su peculiar obra y diversos temas vinculados a la problemática contemporánea. Con alguna tardanza, compartimos la entrevista con todos los lectores 

Por Gabriel Zárate  

Sergio, eres arquitecto titulado y empezaste muy joven a colaborar con la revista “Humor”. ¿Cómo descubriste que el humor gráfico era tu auténtica vocación? ¿Cuándo decidiste convertirte en un dibujante a tiempo completo, asumiendo tu labor artística como una cabal profesión? ¿Eres también un autodidacta, como la mayoría de renombrados historietistas?

Bueno, no es que un día me levanté y decidí  que iba a ser un humorista gráfico, esas cosas se van construyendo a medida que pasa el tiempo. Siempre me gustó dibujar y en el año 79, cuando tenía 18 años, fui a ver una muestra de humor gráfico en la provincia de Buenos Aires, en Lobos. Vi esos dibujos y me dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”. Me sentí muy identificado y comencé a dibujar febrilmente, armé una carpeta y la llevé a la revista “Humor”, pero no fue esa una decisión de “a esto me voy a dedicar”.  Yo recién había ingresado a la Facultad de Arquitectura y era lo que había decidido estudiar; dibujar para mí era una pasión que venía de mi más tierna infancia. Dejé la carpeta y al poco tiempo me llamaron, eligieron un dibujo y comencé a publicar, pero fueron diez años después, luego de recibirme de arquitecto y de  trabajar un tiempo como tal, que caí en la cuenta que esa pasión se convertiría en un trabajo remunerado y una forma de vida. 

Ser un cabal profesional, vendría a ser un tipo que conoce los códigos de los medios, que asume responsabilidades, que entrega los dibujos a término, etc… hoy después de tantos años, valoro también a aquellos amateurs que dibujan sin estar contaminados, que son pura pasión y talento y que muchas veces no son reconocidos. 

Me refiero a una persona dedicada a tiempo completo a una labor y que ve en su oficio un medio de vida 

Igual, nace primero mi necesidad de dibujar y luego se transforma en un medio de vida. El hablar de “dibujantes profesionales” lo percibo como un término limitativo. Yo siento, que mi necesidad de expresar y hacer humor viene de antes. Soy un privilegiado en realidad, porque puedo hacer que mi pasión se convierta en mi medio de vida.  Soy autodidacta, creo que uno va construyendo un estilo propio a medida que va publicando y explorando distintos caminos expresivos. Fui asistiendo a talleres para estar cerca de los artistas que  admiraba y aprender algunas cosas, pero uno se construye a medida que va trabajando.   

Argentina ha producido grandes humoristas gráficos y numerosas publicaciones de humor destacadas ¿Cuales mencionaría Sergio Langer dentro de sus preferidas y que autores piensa que pudieron ejercer influencia en el desarrollo personal y hallazgo de su  propio estilo?  

De niño la primera influencia que tuve fue la revista “Anteojito”, me gustaba leer sus historietas. En casa eran de de la escudería “Anteojito”, no de la “Billiken”, no sé por qué. Mis padres eran europeos, tampoco tenían mucha idea de lo que me estaban comprando, simplemente era una revista infantil. Allí estaba García Ferré y otras historietas que me encantaban. La televisión recién había salido y era todavía algo como mágico, uno la veía cada tanto. De hecho en mi casa no teníamos televisión, solo en la de mi abuela que vivía abajo. De pequeño me gustaba dibujar grandes escenas de guerra, mi madre había estado en la guerra y era el gran tema de mi infancia… Luego menciono a la revista “Patoruzú” que venía en forma de anuario y generalmente la leía en la peluquería cuando me llevaban a cortar el cabello, medio americano, mi madre era muy estricta en ello. Había que esperar para cortarse y yo leía con avidez todas las revistas que podía. 

De adolescente, en los 70’s, me influenció mucho la revista “Satiricón”, más grotesca, satírica y desenfadada, y después “Chaupinela”, “Mengano", “El Ratón de Occidente”, que eran revistas de una misma sintonía. En cuanto a los autores, ya más grande puedo reconocer el influjo de Jorge Sanzol, un genial artista, que hacía las tapas de Sex Humor…También admiraba mucho a Quino, Fontanarrosa, Caloi, Napoleón, Serguei, Amengual, Kalondi, Alfredo Grondona White. Limura, Tabaré, Luis Scafati (de quién fui alumno), de los argentinos y de los extranjeros siempre me encantó Saúl Steinberg, que es el referente máximo, una especie de artista emblemático de aquella época, porque tomó la herencia de Paul Klee y era como una bisagra entre el arte gráfico y las artes plásticas, además de Tomi Ungerer, Robert Crumb, Art Spigelman, Ops (hoy el Roto) y muchos más…   

La experiencia de la autoedición la viviste con  la mítica  “Lápiz Japonés” a inicios de los 90s  ¿Cuál es el lugar que ocupa esta  revista de creación colectiva  en tu maduración artística? Coméntanos un poco sobre su génesis, importancia y breve duración ¿Porqué la valía y popularidad de esta publicación ha perseverado, a pesar de los 20 años transcurridos?  

Este fue un paso importante, es un dato que pinta que uno está saliendo de lo profesional y se pone a explorar otros caminos, a eso me refiero. Lo profesional implica una persona que cumple un horario, con la necesidad de un empleador y cubre esas expectativas.  En este caso se da la inquietud creativa o la necesidad de asociarse con los pares y recorrer juntos otros caminos de exploración artística, porque producir un fanzine no era solo por el hecho de hacerlo sino fue la necesidad de reunirse con otros colegas y plasmar lo que teníamos ganas de hacer, sin una exigencia editorial, más que el ánimo de compartir.  Yo había estado en Nueva York, durante el año 91 y conocí a Art Spigelman, lo fui  a visitar a su casa una noche que también estuvo Víctor Mora, el creador del Capitán Trueno

Cuando conversé por teléfono con Spigelman, que no era fácil ubicarlo, pero aún no había ganado el Pulitzer y no era tan famoso, me respondió que vaya a visitarlo, que esa misma noche iba a asistir Víctor Mora y tendríamos una “spanish night” y de verdad fue una noche memorable, bebiendo y conversando con ese artista con quien tenía tantas cosas en común pues sus padres eran sobrevivientes del Holocausto. Vuelvo a Buenos Aires  luego  de esa experiencia, de conocer la revista “Raw”, que hacía el mismo Spiegelman junto a su mujer y todo fue un antes y un después. En los años noventas, cuando lo conozco a Diego Bianchi, él con su mujer y yo con la mía, alquilamos una casa en Uruguay, en la ciudad de Colonia, de fines de semana y allí se afianzó nuestra amistad y comenzamos a pensar la idea de hacer una revista. Yo tenía en mente hacer la misma revista de Spigelman en Nueva York, elegir a los mejores dibujantes y editarla, pero Diego propuso convocar a los dibujantes e integrar el diseño, pero como una disciplina artística más, combinada con la experimentación. Eso ya fue un viaje sin retorno…nacía “El Lápiz Japonés’’    

Sergio, ¿puedes contarnos la anécdota de la primera portada de “El Lápiz Japonés”? 

Hicimos una portada con el Quaker de la famosa avena y nos cayó un juicio, tenía un troquel en la tapa y había una mujer que estaba abajo, que podría estar haciéndole una fellatio, pero tampoco aquello se podía determinar porque “la mina” estaba de espaldas. De hecho, cuando nos hacen el juicio, nuestro abogado dijo que la mujer estaba orando, agradeciéndole al Quaker. ¿Y quién puede decir que no? ¡Una mente trastornada! (Risas)… una imagen tiene múltiples lecturas. Vos podés mirar una cosa, y esa persona otra y su señoría también. Finalmente el juicio concluyó y logramos terminar bien. No se secuestró la edición, pero no podíamos volver a utilizar la imagen para otra ocasión, pero de todos modos el objetivo de provocar, recrear y de hacer lo que queríamos, ya lo habíamos logrado. 

Lo “políticamente correcto” termina siendo una “camisa de fuerza” para el pensamiento crítico y la libertad creativa. El estilo de dibujo grotesco en Sergio Langer va de la mano con un humor acido y agresivo, que no es divertidamente risible sino más bien crudamente  reflexivo.  ¿Cómo se forjó en Langer esta identidad gráfica con su “incorrecta” percepción política de la realidad? ¿Acaso el dibujo condicionó una forma peculiar de hacer humor donde el proceso radica en desenmascarar una construcción discursiva incoherente y falaz de los detentadores del poder fáctico?    

La verdad es que yo no sé cómo se formó la identidad creativa, es un proceso químico, físico, místico que no puedo descifrarlo. Se formó  con la historia de uno, incluso no soy muy racional para explicar algunas cosas, pero creo que hay un inconsciente colectivo, flotando en algún lado y tenemos una antena recibiendo todas aquellas señales. Existe gente que con solo 20 años dibuja como en la época clásica ¿se puede explicar ello?  Pienso que en algún punto convive una dimensión que no se percibe, pero obviamente yo dibujo por mi historia personal y eso si es algo tangible. Que mi madre haya sido sobreviviente de un campo de concentración nazi, eso de pequeño lo marca a uno, era distinto a los demás chicos, porque tenía una historia muy particular que me diferenciaba. 

Mi madre no era como las otras madres de otros niños, con la experiencia traumática que tuvo y además a  mi padre lo asesinan en un asalto en el año 1971 en Rio Gallegos, en la Patagonia, adonde él tenía una tienda. Tuve una infancia bastante atormentada con todas esas cosas y de eso o me volvía loco o me rescataba…creo que el dibujo y el humor me ayudaron a licuar un poco esa rabia, esa impotencia, ese dolor…digo un poco, porque también me ayudó la terapia, el psicoanálisis y los distintos caminos que al día de hoy sigo recorriendo para ampliar el espacio de la conciencia y del cuerpo para sanar esas heridas.   

La historia de vida lo ha marcado entonces…  

Me imagino que a todos nos marca, somos producto de una suma de experiencias. Por eso cuando uno se hace adulto se va construyendo así mismo, tomando decisiones, pero pienso que el dibujo me eligió a mí, no yo al dibujo o mutuamente digamos. Si yo dibujé como los polacos de los años setentas, ochentas, debí de tener algún parentesco con eso, pero no fue algo buscado. Será que mi padre era polaco, ¡qué sé yo!, de hecho hay como una especie de rabia o de odio ante ciertas injusticias, a las cuales respondo con ese dibujo tan grotesco. No es una pose, no es que yo pueda hacer varios estilos, no me sale. Me gustaría tener un estilo más amable a veces, o más despojado, más absurdo, pero bueno uno hace lo que puede, por ello se puede disfrutar de otros colegas que hacen cosas distintas.       

Lo importante es que tiene un estilo, un sello de marca propia en la obra…

Claro, eso es importante. 

La compulsiva cultura de consumo ha desatado una vorágine autodestructiva del ecosistema. Una de tus mayores preocupaciones planteadas es la deteriorada ecología. Tu humor tiene un  corrosivo espíritu de feroz denuncia ¿Piensas que puedes contribuir a   transformar la mentalidad de los hedonistas e insensibles lectores con tu obra?  ¿O en el fondo, dibujas solo para ti mismo, porque permanecer en silencio frente al horror que contemplas, te resulta sencillamente insoportable? 

No te quiero defraudar, pero dibujo para mí mismo, porque soy un hedonista (risas). ¿Cómo se definiría el hedonismo? ¿Una persona que sólo busca placer? En eso soy básicamente un hedonista, pero también soy un guerrillero todo el tiempo. Uno tiene la imagen que un guerrillero no puede ser un hedonista, que eso moralmente es inaceptable…   

En el arte hay mucho placer durante el proceso creativo  

En el arte hay una imagen estereotipada, ya bastante vieja y superada, que el artista tiene que ser un tipo con tuberculosis, sin dinero, que vaya borracho, tirado en la calle esperando que alguien le compre un cuadro. Ahora los  artistas manejamos un Audi A3 o un Mercedes (risas). Digamos, estoy pensando en voz alta mientras hablo con vos porque nunca me pongo a reflexionar así sobre estos temas, porque uno dibuja y hace. A vos te toca, con el microscopio, mirar la obra de los artistas y estudiarlos. No sé si puedo contribuir a trasformar la mentalidad de un tipo que es un hedonista insensible. Es muy difícil que a través de un dibujo, una persona que tiene ese perfil se transforme por leer una viñeta humorística. Probablemente sume pero básicamente es una necesidad individual mía, la de poder expresarme. El tema de la transformación tiene que ver con un proceso más complejo y social, con la política como herramienta de cambio. 

Puede haber un proceso político con el que yo esté de acuerdo, pero no por eso voy a hacer humor complaciente, a favor de un gobierno, por más simpatía que le tenga, porque siempre va haber algo que está mal y ahí hay una punta. Se hace humor con las debilidades del otro, con los puntos negativos, oscuros. Si es un gobierno que hace cosas importantes y transforma, bienvenido sea, pero no me pidan que lo aplauda con mis chistes. Nunca milité en política porque hoy pienso una cosa y mañana pienso lo contrario y porque no sirvo para eso, para bajar línea o seguir el relato de un determinado poder sin criticarlo, pero admiro a los tipos que sí lo hacen y luchan y se arriesgan  para cambiar el sistema.   

Sin autonomía no hay creación 

Se empobrece el trabajo. Yo estuve en Cuba en el año 97 y me llevaron a visitar la redacción de la revista de humor “Palante”.  Es una revista que en su momento, en la época de la revolución, fue opositora. Era como un medio clandestino frente a la dictadura, pero después se convirtió en una revista del Gobierno. ¿Qué revista puede tener durante cuarenta o cincuenta años la frescura de una revista de humor gráfico siendo oficialista? ¿Cómo puede sostenerse? ¡Es una momia! Recuerdo que había un dibujante cubano que vino vendado porque se había fracturado el pie, y uno en joda le dijo: ¡Se te cayó la colección de “Palante”!, como si fuese algo pesado y duro. Una revista de humor oficialista es la cosa más poco graciosa del mundo. De hecho, por más simpatía que uno tenga con un gobierno, con un proceso político, la autonomía del autor es fundamental. Me habían pedido unos dibujos en Cuba para hacer en una revista y yo hice lo que veía en la calle: Un italiano con dos “jineteras” (prostitutas), dos negras hermosas, llevando puesta la camiseta del Che. Me dijeron: “No, eso no podemos publicarlo”. Por más que sea un proceso revolucionario, un modelo, un régimen con el que tienes simpatía, si voy a dibujar y luego no puedo publicarlo es una contradicción total. 

Tu humor no solo es político. Se percibe también fuertes dosis de violencia urbana y  crisis de valores en el hombre medio. En el diario “El Clarín”, donde antes aparecieron: “El loco Chávez”, “El negro Blanco”, “El nene Montanaro”, “Cazados”, hoy es “La Nelly”, el satírico personaje de Sergio Langer y Rubén Mira, quien refleja paródicamente la cotidiana realidad argentina. ¿Percibes que la popularidad de tu humor puede implicar un cambio en la sensibilidad del público lector, más acorde con la incertidumbre dominante del actual callejón sin salida marcado por el univoco consenso liberal?  

Antes que nada quiero aclarar un par de términos: “La popularidad”. “El Lápiz Japonés” no fue un fenómeno popular, definitivamente, sólo en determinadas capas de  la clase media y de ellas un sector bastante minoritario de gente que consume fanzines y además recordemos que en los años noventas eran todavía menos amplia esa franja, porque vos hablaste algo de la popularidad de “Lápiz Japonés”, yo hablaría más bien de la modesta repercusión que tuvo en su momento, la mítica creación colectiva. 

Es mítica en el sentido en que se convirtió en un referente indiscutido. 

Creo que eso es válido, enmarcado en la historia artística de las producciones gráficas. Más que nada quiero discriminar bien los términos, porque lo popular está relacionado con otras cosas: “Patoruzú” era un fenómeno popular. Mafalda también, pero sin salir de los límites de la clase media progre de los 70’s. En cambio, Hijitus de García Ferré, que se hacía en aquella época, fue inmensamente más popular que Mafalda, porque traspasaba los límites de la clase media bien pensante. No digo ni que es mejor o peor, solo estoy describiendo un fenómeno, es mi opinión, pero obviamente los fenómenos de popularidad de las historietas son muy comprensibles. Hace cincuentas años o más, se vendían 250,000 ejemplares de la revista “Patoruzú”…hoy eso es impensable. Pero volvamos a la tira diaria que acaba de cumplir 10 años, le bella, Nelly Rocaforte, el personaje que creamos junto al genial Rubén Mira.

“La Nelly” fue una revolución dentro de la contratapa de “El Clarín”. Después de muchos años de tener un registro de historieta más descriptiva de la realidad, con chicas bonitas, con grandes tetas y culos, apuntaron a una historieta grotesca y satírica como “La Nelly” que es un personaje en las antípodas de Mafalda. Una periodista muy reconocida me dijo un día: “Bueno, ahora tienes que hacerla de izquierda a ella, “La Nelly” tiene que ser Mafalda pero más grande”. En todo caso creo que debería ser Susanita (la amiga conservadora y egoísta de Mafalda) después de varios divorcios o varios abortos, medicada con rivotril, le contesté... No hay Mafalda grande, pues estamos en otro momento histórico. “La Nelly” es un personaje post menemismo, post dictadura militar con 30,000 asesinados, no hay ningún horizonte de cambio e ilusión. En los sesentas Mafalda era la revolución, el “flower power”, comprarse el autito, la clase media, la libertad, la solidaridad de los pueblos, la revolución cubana, Vietnam, el Che, el Mayo Francés.   

Nelly es egoísta, convive con los pibes chorros en el barrio, con los bolivianos y peruanos que vinieron de los países limítrofes, con el chino del supermercado, con políticos y policías corruptos…lo que está mal es lo que la afecta a ella personalmente…sólo le importa su vida, su seguridad y devorar vorazmente choripanes, milanesas y empanadas…para luego hacer dieta o cirugías estéticas. 

http://www.la-nelly.blogspot.com.ar/

Es muy divertido trabajar con Rubén Mira y un privilegio, porque además de ser un hermano, es un tipo muy sabio, de una enorme cultura y un agudo observador de la realidad política y económica. De hecho ya entendimos con Rubén la dinámica creativa y funcionamos como una sola mente que no es él, ni soy yo, sino una tercera mente. 

Se han fusionado  

Una verdadera fusión creativa y una amistad para toda la vida. Lo que te quería decir es que no quiero subestimar cuando vos utilizas la palabra popular, pero “La Nelly” no es un fenómeno popular. Capaz que sí y yo no alcanzo a percibirlo...digamos que lo leen miles, cientos de miles de personas por día, pero no se traduce luego en las ventas de las ediciones que hemos hecho, de los libros. Creo, sí, que tiene una fibra popular en su ADN, es un personaje popular…lo demás no interesa. 

Tienes tus reparos con ese término, quizá mal empleado de mi parte

De repente un taxista me comenta que la ha leído o no. Algo popular tiene, otra frecuencia, otra dimensión. Cuando una canción la cantan en una tribuna de futbol, podemos decir que estamos frente a un fenómeno popular. Lo que pasa es que hay varios registros y la verdad es que no es un tema que nos preocupe de verdad a los autores. Estoy convencido que a 10 años de su nacimiento, Nelly goza de una gran salud y vigencia…hay Nelly para rato.       

El tomo de “Mamá Pierri” es una recopilación completa de tu historieta publicada en la revista  “Barcelona”. Cuéntanos un poco sobre este atroz personaje, síntesis de tus peores pesadillas fascistas y totalitarias, ¿cómo surge su delirante concepción? ¿Que lo caracteriza? y ¿cómo  se concretó la grata posibilidad de publicar este reciente libro impreso en Argentina?  

Nació como personaje en la revista “Inrockuptibles", que era la edición en castellano.de la revista francesa “Les Inrockuptibles”, publicación de cultura urbana y rock en los años 90. En esa época un diputado acusa a un periodista de ser un “judío piojoso” y este diputado era el Presidente de la Cámara Legislativa y se apellidaba Pierri. Entonces hice una tira alusiva y le puse “Mama Pierri”, donde una madre no lo dejaba a su hijo jugar en la calle con bolivianos, paraguayos, peruanos, hijos de desaparecidos, judíos, etc…era una historieta que empezaba, terminaba y listo.   

Después de unos años cuando salió la revista “Barcelona”, me pidieron una historieta y yo la reciclé en otro formato, ahí me di cuenta que podía hacer un personaje con “Mama Pierri”, la madre nazi. Ahí encontré el vehículo para exorcizar mis peores pesadillas y divertirme… donde una madre autoritaria, confesa nazi, admiradora del Opus Dei, de Mussolini, de Pinochet, de Hitler, tiene un hijo que es medio gay y que además siempre viene con propuestas progres y alternativas: “Que quiere hacer teatro en  yiddish con judíos”, “que ama a los pueblos originarios, etc”. Es exactamente como si fuera el diablo en persona para esa madre… es muy absurdo pero divertido.

ww.mamapierri.blogspot.com.ar 

Atrozmente divertido.  

Negro y muy cruel. Es un juego con el lector… Si un tipo lo lee en forma literal y no encuentra la ironía de todo eso, me va a acusar de neonazi. Es un juego, yo arrojo la pelota y vos la tomas porque te das cuenta que todo es en tono irónico, para mostrar la ferocidad de esos personajes. El hijo le dice: “¿Mamá, vos pensás que el Holocausto no existió?”. “¡Claro que no existió! Es todo un invento de los sionistas!, las fotos de los campos están trucadas con photoshop! Auschwitz es una locación inventada por los judíos, por Spielberg!”. El que lea eso en forma literal y no se suma al juego irónico terminará por acusarme de ser un autor nazi que dibuja comics racistas…como ya me ha pasado, incluso me acusaron de antisemita los mismos paisanos míos…bah, algunos… Este personaje femenino, que desacraliza el lugar de la madre, ya ha sido llevada al teatro por el genial actor Carlos Belloso y en breve la subirán por capítulos a you tube…increíble! 

La ironía es un juego donde se sugiere lo contrario de lo que se dice, pero reconocerlo depende de la competencia del lector…   

Es muy difícil que eso lo lea alguien que es nazi y que se sienta identificado, porque hay algo ahí que no termina de cuajar

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